Fue a finales de junio, en la primera ola de calor de este año, cuando los termómetros se dispararon de golpe tras varios días de precipitaciones y en Madrid se llegaron a alcanzar los 36 grados. “Primero me salió la irritación en los sobacos, luego en la espalda y en el cuello y ya fue en todo el cuerpo”. Manuel, que trabaja en el sector de la construcción, comenzó a sentir unos picores muy intensos, sobre todo por la noche. “Era imposible dormir, me duchaba hasta tres veces para aliviarme un poco”.
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