Inventado en el Versalles de Luis XV, cuentan que el propio Napoleón lo consideraba tan efectivo para aliviarse los escozores después de cabalgar que se lo dejó en herencia a su hijo. Su nombre, proveniente del francés bidet, hacía precisamente referencia a un tipo de caballo pequeño parecido a un poni, hoy extinto, que era usado por la nobleza de la Francia del siglo XVIII; aunque hay otros que apuntan a que la etimología viene a incardinarse en la posición que uno mantenía para usarlo: con las piernas abiertas, como si fuera cabalgando.
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